viernes, 5 de junio de 2009

Día Mundial del Medio Ambiente: negociaciones sobre un nuevo acuerdo mundial

Día mundial del medio ambiente: el Comisario Dimas reclama mayor ambición en las negociaciones sobre un nuevo acuerdo mundial

Stavros Dimas, Comisario responsable de Medio Ambiente, ha pedido hoy que se acometan con mayor ímpetu y ambición las negociaciones internacionales en torno a un nuevo acuerdo mundial sobre el clima, y ha advertido que tal acuerdo representa la última oportunidad de que dispone el mundo para impedir que el cambio climático alcance niveles peligrosos. Estas manifestaciones se inscriben en la declaración efectuada por el Comisario Dimas con motivo del Día mundial del medio ambiente, consagrado en esta ocasión al cambio climático.
En su declaración, el Comisario Dimas ha manifestado lo siguiente:
El nuevo acuerdo mundial sobre el cambio climático que está previsto celebrar en la conferencia sobre el clima que se celebrará en Copenhague en diciembre representa para el mundo la última oportunidad de evitar que el cambio climático alcance los peligrosos, si no catastróficos, niveles que la comunidad científica prevé para fecha tan temprana como es el año 2050, es decir, en vida aún de más de mil millones de los jóvenes que hoy pueblan en planeta.
La pasada semana, un estudio realizado por encargo del Foro Humanitario Mundial destacaba la tragedia humana que el cambio climático representa ya. Actualmente, según estimaciones del estudio, 325 millones de personas están gravemente afectadas por el cambio climático, cerca de 315.000 personas mueren anualmente a causa del hambre, la enfermedad o los fenómenos meteorológicos extremos que ese cambio provoca, y las pérdidas económicas que genera se elevan a más de 125.000 millones de dólares anuales. Se prevé que estas cifras aumenten considerablemente a lo largo de los próximos 20 años.
Los gobiernos de todo el mundo han reconocido, con razón, que la recesión no justifica la cejación en la lucha contra el cambio climático. En efecto, tanto los gobiernos de Europa como los de otros países están perfilando las medidas de estímulo que nuestras economías necesitan con vistas, a un tiempo, a crear empleo y a combatir el cambio climático mediante la inversión en eficiencia energética, energías renovables, y otras tecnologías de futuro con baja emisión de carbono.
A fin de prevenir un cambio climático peligroso, es preciso, de acuerdo con el consenso existente en la comunidad científica internacional, que el calentamiento del planeta no sobrepase 2°C respecto de las temperaturas de la era preindustrial. Esto significa que el aumento de las actuales temperaturas debe limitarse a alrededor de 1,2°C, puesto que ya se ha registrado un calentamiento de 0,76°C, y, según indican algunos estudios, debido a la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos hasta ahora, es probablemente inevitable un aumento adicional de hasta 1°C.
El tiempo no juega a nuestro favor.
Es, por tanto, indispensable una actuación urgente y ambiciosa a escala mundial si queremos evitar los peligros de un cambio climático que amenaza con ocasionar un inmenso sufrimiento humano, comprometer el progreso económico y la reducción de la pobreza, y desencadenar cambios ambientales posiblemente catastróficos.
Esta necesidad de actuar con premura y ambición ha de reflejarse en el ritmo y el contenido de las negociaciones internacionales con vistas a la celebración del acuerdo de Copenhague.
Las conversaciones que tienen lugar en Bonn esta semana y la próxima deben tenerlo presente. Además de conferir un mayor impulso a las conversaciones en sí, es preciso que el borrador de los textos de negociación actualmente sobre la mesa se transforme en un proyecto que se plasme en un acuerdo de Copenhague lo bastante ambicioso.
Corresponde a los países desarrollados marcar la pauta. De acuerdo con los elementos científicos que figuran en las conclusiones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), para lograr que las emisiones mundiales se sitúen en los niveles adecuados para evitar una evolución climática peligrosa, los países desarrollados han de comenzar por recortar sus emisiones colectivas, antes de 2020, a niveles inferiores en un 30% a los registrados con anterioridad a 1990. Con la adopción de medidas legislativas encaminadas a lograr una reducción del 20% y el compromiso de incrementar gradualmente esa reducción hasta el 30%, siempre que otros países acepten contribuir de manera equitativa, la Unión Europea ha mostrado su liderazgo y determinación.
Ahora corresponde a nuestros socios demostrar también su capacidad de liderazgo. Algunos países desarrollados no han anunciado aún sus objetivos en materia de emisiones, en tanto que existe el riesgo de que los objetivos negociados hasta la fecha disten mucho de permitir la necesaria reducción colectiva del 30%. Es indispensable una mayor ambición.
No podemos ganar la batalla del cambio climático a menos que los países en desarrollo, y en particular las grandes economías emergentes, intensifiquen sus actuaciones a fin de limitar el aumento de sus emisiones. Ahora bien, los países desarrollados sólo podrán convencer a los países en desarrollo a que se unan al esfuerzo que debe tomar impulso en Copenhague si predican ellos mismos con el ejemplo.

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