DECLARACIÓN INSTITUCIONAL DEL CONSEJO DE GOBIERNO CON MOTIVO DEL XXIX ANIVERSARIO DEL 28-F
Dentro de sólo unos días, se cumplirán 29 años de la celebración del referéndum por el que Andalucía alcanzó la autonomía plena a través del artículo 151 de la Constitución. Para quienes vivieron aquel momento histórico, para quienes protagonizaron aquel formidable impulso, el recuerdo del 28-F resulta imborrable. Muchos de aquellos andaluces y andaluzas, por una simple ley de vida, ya no están entre nosotros. Afortunadamente, una nueva generación de andaluces y andaluzas es la encargada ahora de sacar nuestra tierra adelante y, entre todos, lo estamos consiguiendo.
Bien es cierto que en un período tan dilatado de tiempo hay épocas mejores y peores; momentos de más dificultad y de mayor prosperidad. Pero hay algo meridianamente claro: lo que supuso el 28 de Febrero, día y fiesta de Andalucía, ha permitido que nuestra Comunidad avance como nunca lo ha hecho en su historia reciente. Es de justicia que reivindiquemos esta fecha, porque el sello y la impronta de aquel esfuerzo, plagado de incomprensiones y obstáculos, es lo que explica que Andalucía ocupe una posición que posiblemente no es más, pero indudablemente no es menos, que ninguna otra tierra de España. Y lo que hoy es una obviedad, entonces era simplemente un sueño.
El esfuerzo acumulado de generaciones de andaluces y andaluzas; la tenacidad de sus mujeres y hombres, de sus jóvenes y sus mayores; el estímulo constante y el compromiso con nuestra tierra son la fecunda herencia del 28-F. Haríamos mal, muy mal, si por razones espurias negáramos a los andaluces, a todos los andaluces y andaluzas, el mérito del innegable avance de Andalucía.
Ciertamente, en estos momentos Andalucía atraviesa una situación difícil. Tanto como lo es la del resto de España y buena parte del mundo. Estamos en una situación de crisis y para paliar sus efectos, especialmente el desempleo, todos los andaluces y andaluzas hemos de aunar todos los esfuerzos. Si ello es posible hacerlo es gracias a lo que significó el 28-F y lo que ello supone en la actualidad: la movilización de recursos y de medidas que hoy podemos adoptar en Andalucía no tiene parangón con lo que sucedería de no contar con una autonomía que indudablemente ha robustecido a nuestra comunidad.
Hoy podemos atender a quienes más lo necesitan. Hoy podemos ofrecer ayuda a los sectores sociales que más padecen la crisis económica. Hoy podemos multiplicar la solidaridad hacia quienes pierden su empleo, ven peligrar su puesto de trabajo o sufren la precariedad. Gracias a la democracia y la autonomía que alcanzamos el 28-F, conseguimos dejar atrás el aislamiento y la marginación que caracterizaron épocas anteriores, insertándonos plenamente en Europa y abriéndonos al mundo. Hoy, nuestras empresas compiten con éxito en los mercados globales; nuestras universidades no tienen nada que envidiar a las del resto de España; la atención a nuestros mayores es equiparable a la que existe en España y Europa; y los esfuerzos en innovación, desarrollo e investigación han colocado a Andalucía a la vanguardia de nuestro país en determinadas pero muy significativas parcelas.
Andalucía tiene problemas, sí, pero por primera vez en mucho tiempo tiene los mismos problemas –y también los mismos retos y oportunidades– que las comunidades de nuestro entorno, en España y en Europa.
Dentro de sólo unas semanas, se cumplirán dos años de la entrada en vigor de nuestro nuevo Estatuto de Andalucía, que, en poco tiempo ha desplegado una parte importante de sus potencialidades, con más competencias para la Comunidad, como la de las aguas del Guadalquivir que discurren por Andalucía, una aspiración histórica de nuestra tierra; con más recursos para Andalucía, como la garantía de que las inversiones del Estado reflejen el peso de nuestra población en el conjunto de España; y, sobre todo, con más derechos sociales para los andaluces y andaluzas. A ningún andaluz o andaluza debemos dejar atrás, ni ninguna conquista histórica debemos sacrificar. Ello debemos lograrlo con el diálogo político y con la concertación social con sindicatos y empresarios, que es santo y seña de la convivencia democrática y social en Andalucía y sin la cual no se puede entender el progreso de nuestra comunidad desde el 28-F de 1980, que es mérito de todos y merece, en consecuencia, el reconocimiento de todos.
Por tanto, y más allá de las legítimas discrepancias que son consustanciales a una sociedad plural, avanzada y democrática como es la andaluza, el recuerdo y el vigor del 28-F debe suponer un estímulo para toda la comunidad. Lo que entonces parecía imposible, hoy es una realidad. Y ese recuerdo y ese homenaje al esfuerzo tremendo que supuso aquel referéndum por la autonomía plena debe servirnos hoy como acicate para entender que no hay barreras ni obstáculos que Andalucía, junto al resto de España y Europa, no pueda resolver ni superar.
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