martes, 14 de octubre de 2008

Confianza y responsabilidad. José Luis Blanco Romero

La Voz Digital

Confianza y responsabilidad

por José Luis Blanco Romero


El debate político en relación con la crisis económica ha girado en torno al reconocimiento de su existencia, a sus orígenes o las causas que la hayan generado, a las responsabilidades políticas de los gestores institucionales y a las medidas que hay que poner en marcha para resolverla o al menos, amortiguarla.

En estos momentos todos parecen admitir que la crisis existe, que es de dimensión global y que exige respuestas que trascienden la capacidad de los estados, aunque ningún gobierno puede permanecer al margen y debe tomar sus propias decisiones. Es lo que han hecho los gobiernos socialistas, adoptar medidas en la dirección de apretarse el cinturón, reducir los gastos corrientes y de personal, favorecer la inversión pública en infraestructuras y viviendas y, sobre todo, garantizar las políticas sociales.

Los esfuerzos del Gobierno socialista para evitar acentuar la alarma social y la desconfianza, que multiplicarían los efectos de la crisis, han sido aprovechados por la oposición para intentar minar la credibilidad de Zapatero. El ejercicio de responsabilidad del ejecutivo lo ha traducido la oposición en un intento de engaño a los ciudadanos.

No se ha negado la existencia de problemas, sino que se ha insistido que el pesimismo no ayuda a resolverlos, por lo que se ha puesto el acento en los aspectos positivos de la economía española que nos permiten abordarlos en mejores circunstancias.

La oposición hace un discurso en el que se imputa al Gobierno la responsabilidad de la crisis, intentando ridiculizar las referencias externas sobre su origen y dimensión. Para el PP cualquier reflexión sobre el carácter mundial del problema es un intento de escurrir el bulto. El goteo de quiebras bancarias por todo el mundo hace inútiles los esfuerzos de la derecha por responsabilizar de todos los problemas a Zapatero.

El detonante han sido las hipotecas basura americanas, que han desencadenado una crisis financiera en la que se ha quebrado algo esencial, la confianza de los mercados. En un sistema en el que el dinero no existe físicamente, sino que se traduce en apuntes contables que todos damos por buenos, si desaparece la confianza, la respuesta es irnos todos a las ventanillas de los bancos a reclamar en metálico lo que dicen los papeles, para confirmar angustiados lo que ya sabíamos: que no hay dinero para todos. La oposición trabaja con esa lógica, juega con fuego y el problema es que si se les va la mano nos quemamos todos.

Seamos serios. Nos enfrentamos a una crisis financiera en un escenario de cambio global del modelo, provocado por el desequilibrio entre oferta y demanda de energía y de productos alimentarios, como consecuencia del acceso a los mercados de nuevos países emergentes, principalmente China y la India.

El mundo está cambiando y hay evidencias que lo reflejan: el cambio climático y el agotamiento de los combustibles fósiles, la desaparición de los bloques y el debilitamiento del imperio, la aldea global de la comunicación y de los mercados, las migraciones de poblaciones que escapan del hambre y de las guerras. La respuesta a estos cambios no puede ser ni el unilateralismo militar ni fundamentalismo religioso, que esconden en su bravuconería la debilidad de sociedades desbordadas por los cambios.

El PP tiene poco de que presumir; en las Azores se apuntó al unilateralismo y la arrogancia y aún no se ha bajado de ese carro, es el portavoz en España del más rancio ultraliberalismo, que nos ha llevado a la mayor crisis económica de la historia y ampara las posiciones religiosas más fundamentalistas en todos los debates sobre el divorcio, el aborto, la eutanasia, la educación y el sexo.

Han sido los amigos del PP los que se han dedicado a debilitar las plataformas internacionales, como la ONU, para justificar su unilateralismo guerrero y depredador, los que exigen mercados abiertos y practican el proteccionismo, los que adelgazan al Estado para luego criticar su falta de eficacia para abordar los problemas.

Tanto insistir sobre la eficacia y las bondades del mercado, para terminar, como siempre, pidiendo al Estado que intervenga para resolver los problemas que la avaricia de los mercaderes ocasiona. Tanto llenarse la boca de decir España y están dispuestos a destruir nuestro sólido sistema financiero si con ello obtienen un puñado de votos.

Es la hora de la responsabilidad, de la unidad, de arrimar todos el hombro, cada uno en la medida de sus fuerzas y de sus responsabilidades. Hay que estar dispuestos al diálogo y la negociación, con voluntad de llegar a acuerdos, aportando propuestas y medidas en defensa del interés general.

No es el momento para el contrabando político, para apuntarse al ahorro y al despilfarro, para exigir recorte de impuestos y más inversión pública, para alarmarse por el desempleo y solicitar más flexibilidad en la extinción de contratos.

Dialogar y alcanzar acuerdos es lo que están haciendo gobierno y oposición en todas partes en las que los problemas aprietan; lo han hecho republicanos y demócratas en los Estados Unidos, conservadores y laboristas en el Reino Unido, democristianos y socialdemócratas en Alemania. Tiene que ser posible también en España.

José Luis Blanco Romero

Secretario Primero de la Mesa del Parlamento de Andalucía



Publidado en La Voz de Cádiz, 8 de octubre 2008

1 comentario:

Paco Piniella dijo...

Estimado compañero: No podemos pedir como ha hecho nuestro Presidente que el lugar donde debatir la crisis sea el FMI o el BM porque son ellos los pirómanos y probablemente no resulte la mejor receta convertirlos ahora en bomberos, y además recuerdo que en el FMI EE.UU. tiene derecho a veto, es decir que poco podemos hacer desde Europa, y mucho menos desde esta izquierda enmudecida ante la crisis.
¿No sera hora de empezar a pensar en Tobin y en su famosa Tasa del 0,5%?
Bueno, son reflexiones inofensivas, un abrazo,
Paco Piniella