El Grupo Parlamentario Socialista ha presentado la siguiente Proposición no de Ley sobre urbanismo con perspectiva de género, para su debate en Comisión de Igualdad.
Exposición de motivos
A lo largo de la Historia, podemos comprobar en numerosos cuadros, tapices, esculturas y demás expresiones artísticas cómo las mujeres han sido representadas realizando las labores del hogar, yendo al mercado, cuidando de sus hijos e hijas, disfrutando de su tiempo libre en un parque o en casa, etc. Las mujeres han formado parte de nuestras ciudades y pueblos tanto como los hombres desde la aparición de los primeros asentamientos estables en Mesopotamia, el Indo o China. Sin embargo, a lo largo de esta misma Historia han sido muy pocas las veces en las que las mujeres han decidido sobre la planificación, el crecimiento urbano o las transformaciones del entorno en el que han vivido; ni siquiera su opinión ha sido oída.
La influencia del urbanismo en la calidad de vida de sus habitantes es notable ya que decide el tipo de acceso que las personas y grupos sociales tienen a sus lugares de trabajo, a los equipamientos y servicios municipales, en la facilidad en su uso, en las distancias que les separan y el tipo de transporte que permitirá acceder a ellos. No obstante, el urbanismo, como nos muestran diversos estudios, se ha desarrollado siguiendo criterios masculinos, mayoritariamente desde la perspectiva de la familia tradicional en la que a las mujeres les correspondía las tareas denominadas «no productivas» relacionadas con el hogar, mientras que a los hombres se les encomendaba los trabajos remunerados fuera de casa. El espacio público, por tanto, estaba en muchas ocasiones orientado a facilitar las labores masculinas, por lo que las necesidades femeninas quedaban en segundo plano a la hora de pensar la ciudad.
Excepciones a esta tendencia las podemos encontrar, por ejemplo, durante la II Guerra Mundial. En Reino Unido y EE.UU., comenzaron a aparecer guarderías municipales y comedores públicos para liberar a las mujeres ya que tenían que disponer de tiempo fuera del hogar a fin de mantener la actividad industrial. Al firmarse la paz, estas infraestructuras fueron desapareciendo
al tiempo que se crearon nuevas zonas residenciales en el extrarradio, alejando a las mujeres del centro urbano y económico, corazón de la actividad pública y empresarial, que volvía a ser masculino de manera predominante.
Gracias al esfuerzo de numerosas mujeres y de las políticas desarrolladas desde el Gobierno, el contexto actual es muy diferente. Hoy en día, todas las personas, incluidas quienes nos dedicamos a la actividad política, tenemos el convencimiento de que nuestras ciudades y pueblos también son lugares donde habitan las mujeres y, por tanto, sus necesidades y expectativas deben ser atendidas en igualdad de condiciones.
El urbanismo no es neutro al género y no son pocos los ejemplos que lo demuestran.
Estadísticamente, las mujeres son las que, mayoritariamente, hacemos la compra por lo que la zonificación, que aleja las zonas comerciales de los núcleos urbanos o los concentra en lugares limitados dentro de la ciudad, provoca largos desplazamientos que implican ineficiencias en el uso de tiempo. Los hombres suelen disponer de un vehículo privado que usan diariamente y casi exclusivamente para desplazarse al lugar de trabajo, mientras que las mujeres tienden a utilizar más el transporte público por otras razones que la meramente laboral. No obstante, a la hora de proyectar las vías de comunicación se les suele dar prioridad al transporte privado, lo cual resta calidad al servicio público.
Además, en muchas ocasiones, las mujeres limitan sus desplazamientos debido a la sensación de inseguridad en los espacios públicos, por lo que al tiempo limitan su calidad de vida. Por ejemplo, datos manejados en los seminarios de Montreal sobre seguridad reflejan que el 60% de mujeres tiene miedo a salir por la noche en su barrio mientras que entre los hombres la cifra baja al 17%. Pese a esta evidencia, son pocas las mujeres consultadas a la hora de elaborar planes de seguridad en los municipios para que puedan explicar los lugares que consideran peligrosos y las razones.
En lo referido a los equipamientos, en principio iguales para hombres que para mujeres, también plantean una desigualdad en el acceso y uso. Las mujeres no sólo acuden a los centros de salud cuando enferman, sino que también suelen acompañar a sus hijos, hijas y a sus mayores. Lo mismo ocurre con los centros educativos, utilizados por las mujeres no sólo para estudiar sino que, al ser madres, vuelven al colegio para llevar y recoger a sus hijos o hijas, y como parte de las AMPAS en mayor medida que los padres. Por lo que si se hayan mal ubicados o con una deficiente comunicación por transporte público, nos encontraremos con un alto porcentaje de mujeres desaprovechando mucho tiempo en ir y volver de estos lugares.
También son las mujeres quienes dedican más tiempo al cuidado de personas dependientes por lo que las nuevas infraestructuras creadas para su cuidado por parte del Estado evitan que pasen largas jornadas en casa sin salir.
Esto redunda una mejora en sus experiencias vitales ya que les da tiempo para socializar, por lo que, además, se hacen necesarios espacios de ocio adecuados.
Otros aspectos diferenciales (embarazo u origen étnico, pero también la estatura, calzado...) también influyen en la calidad de vida y precisan de nuevos y diversos enfoques en el urbanismo. Podemos afirmar, en consecuencia, que integrar la perspectiva de género dentro del urbanismo colabora en la mejora de la calidad de vida de las mujeres, pero también de los hombres, jóvenes, niños y niñas, y nuestros mayores, entroncando con el desarrollo de un urbanismo sostenible
demandado por la ciudadanía del siglo XXI.
Hay que remarcar la relevancia de numerosas personas (urbanistas, arquitectas, concejalas...) que, con su trabajo diario en los últimos decenios, han puesto en valor este nuevo urbanismo enfocado desde la perspectiva de género. Más recientemente han proliferado seminarios, jornadas, ensayos o encuestas, muchas de ellas en España, impulsados desde los poderes públicos, las universidades o la sociedad civil que han colaborado a estudiar y a difundir el conocimiento de estas realidades.
De este trabajo surgen aportaciones como la Carta Europea de las Mujeres en la Ciudad de 1995 o la Declaración de Montreal sobre la Seguridad de las Mujeres de 2002. Esta labor de concienciación también ha sido asumida por la mayoría de organismos internacionales incluyéndose en los trabajos de la OCDE, Beijing +10 o el Programa de Hábitat de la ONU.
En España se han aprobado normas que promueven este enfoque en todos los niveles de gobierno aunque su aplicación se vio en algunos relegada a un segundo plano frente a criterios menos sostenibles o no se ha sistematizado su implementación.
A nivel estatal, la Ley de Igualdad ha supuesto un punto de inflexión mostrando el compromiso activo del Gobierno Central por la igualdad efectiva entre hombres y mujeres. En su artícu lo 4 establece que la igualdad de trato de oportunidades entre mujeres y hombres es un principio informador del ordenamiento jurídico y, como tal, se integrará y observará en la interpretación y aplicación de las normas jurídicas. En su artícu lo 15 se dice que el principio de igualdad de trato y oportunidades entre mujeres y hombres informará, con carácter transversal, la actuación de todos los poderes públicos. Y el artículo 31 está dedicado a las políticas urbanas, de ordenación territorial y vivienda, promoviendo a tal fin en su punto 4.° mecanismos e instrumentos que favorezcan la participación ciudadana y la transparencia.
El Gobierno Central ha realizado también un esfuerzo notable en integrar la perspectiva de género en el urbanismo creando, por ejemplo, el Comité Hábitat Español, dentro del cual se integra un grupo de trabajo de buenas prácticas que pone en valor las diversas acciones que se han implementado como la Red Urb-AI12 Mujer y Ciudad de la Diputación de Barcelona, la
reforma del barrio de Eirís de Abaixo (A Coruña) o el Mapa de la Ciudad Prohibida para las Mujeres de Basauri.
Sin obviar los esfuerzos realizados en este sentido, aparece aún la necesidad de promover la inclusión sistematizada de la perspectiva de género en el urbanismo que hagan de estas prácticas algo normalizado.
Por todo ello se presenta la siguiente Proposición no de Ley
«El Congreso de los Diputados insta al Gobierno a continuar impulsando, en colaboración con las Comunidades Autónomas y entes locales, la integración y desarrollo de la perspectiva de género en las políticas urbanísticas, favoreciendo las condiciones de vida de las mujeres y promoviendo la asesoría e investigación en temas de género en el espacio urbano, movilidad, seguridad, vivienda y planificación.»
Palacio del Congreso de los Diputados, 25 de enero de 2010.—Carmen Montón Giménez, Dipu tada.— Eduardo Madina Muñoz, Portavoz del Grupo Parlamenario socialista
No hay comentarios:
Publicar un comentario