—Gracias, señor Presidente. Yo iba a trasladarle mi admiración por el buen clima que ha logrado en el debate, en la Comisión, y también a recomendarle que repartiera sus afectos por aquello de los celos entre sus señorías, ¿no?
Bien, efectivamente, en mi calidad de portavoz del Grupo Socialista, en relación con esta proposición no de ley, quiero empezar diciendo que vamos a votar en contra. Y vamos a votar en contra porque su aplicación significaría una manifiesta reducción de la calidad de la enseñanza para los alumnos de Secundaria de Algar.
En primer lugar, me gustaría que sus señorías tuvieran conciencia, tuvieran conocimiento de cuál es la identidad del problema, o del supuesto problema, que se nos trae. Estamos ante un municipio de unos mil quinientos habitantes —por cierto, en regresión, desde unos dos mil trescientos en los noventa a unos mil quinientos en la actualidad—, municipio situado a 17 kilómetros, que no 25, de Algar. El centro al que van está, precisamente, a la misma entrada de Arcos. Perdón, a 17 kilómetros de Arcos, no a 25, como se ha manifestado aquí. El centro al que van estos alumnos está en la misma entrada de la población. Por tanto, no supone, digamos, tener que adentrarse en Arcos ni atravesarlo, ni nada que se le parezca; una distancia que se viene realizando en torno a quince o veinte minutos de tiempo en el recorrido del autobús.
Hacerles una consideración de que el acceso a cualquier centro educativo en la ciudad no requiere, precisamente, menos tiempo que el que requeriría ir al centro de Arcos para los alumnos de Algar. Es decir, cualquier alumno de una ciudad, para acceder a su centro, tarda más de quince o veinte minutos en su recorrido desde su casa al colegio, ¿no? Además, estos alumnos disponen de transporte gratuito, así como de las becas correspondientes de ayuda al estudio.
La dimensión del problema se entiende mejor si les digo que actualmente el número de alumnos en Secundaria de Arcos es de 59 alumnos; que los matriculados en Primaria, cuarto, quinto y sexto, son 44 alumnos —por tanto, el número de alumnos tiende a descender, como la población, no a incrementarse, como aquí se ha dicho—, y que los alumnos de Bachillerato, o sea, mejor dicho, de postobligatoria, son 20.
La propuesta que se nos trae a consideración, aplicada con criterios generales en Andalucía, significaría que, en los más de ochocientos municipios que hay en Andalucía, debería haber un centro educativo de Secundaria, y no solamente en los más de ochocientos municipios; también en los núcleos de población, en las pedanías, etcétera, ¿no? Eso, como les decía, no comportaría una mejora en la calidad de la enseñanza, sino todo lo contrario, y, desde luego, significaría un derroche de recursos públicos absolutamente contradictorio si ello no comporta, además, una mejora de la calidad.
Se ha argumentado la propuesta en razón de la vertebración territorial o de la permanencia en el municipio. Claro, desplazarse 17 kilómetros, con trayecto de ida y vuelta, no creo que signifique ningún desarraigo territorial, a no ser que aquí estemos hablando de política de campanario o de que los niños no pueden salir de su propia población. Interpretar 17 kilómetros como desarraigo, como falta de vertebración, como poco menos que desaparición del mundo rural, me parece, cuando menos, una exageración, por calificarlo benévolamente, ¿no? Ello también supone el considerar que la vertebración territorial empieza y acaba en el municipio y que los centros comarcales prestadores de servicios, ya sean educativos, sanitarios, culturales o administrativos, pues no tienen razón de ser, lo cual es un disparate absolutamente monumental, ¿no?
No quiero distraerles con explicaciones sobre las isocronas y cosas por el estilo, porque tampoco se trata de eso; pero, en fin, ya les he dicho el tiempo y la distancia que tienen que..., la distancia que tienen que recorrer, el tiempo que tienen dedicar estos alumnos a su traslado, en su traslado.
Otra cosa es que se quiera volver a las unitarias, a las antiguas unitarias rurales, solo que aquí ya no en Infantil y Primaria, sino hasta en la Secundaria, ¿no?, porque quiero recordarles que una educación de calidad significa buenas instalaciones, significa un cuadro de profesorado, un buen equipamiento escolar, y que cualquier instituto tiene como 12 departamentos, desde los de orientación a idiomas, a educación física, etcétera, si realmente está justificado que para el número de alumnos de que estamos hablando haya esos 11 departamentos.
Señorías, esa es la identificación del problema; a mí me gustaría hablarles también de su trasfondo. Y el trasfondo no puede ser otro que un trasfondo... El trasfondo de la iniciativa, no del problema, porque considero que no existe tal problema: el trasfondo de la iniciativa.
Este ha sido un elemento preferente en el debate electoral en las últimas elecciones, tanto locales, como generales, como autonómicas. Por cierto, con escasos resultados de sus portavoces, ¿no?, de los que han utilizado este tema en todas las elecciones. Y ha sido también el elemento de aglutinación de un pacto contra natura, como de esos escasos y raros que hay por ahí, donde se junta toda la oposición frente al PSOE. El PSOE gana las elecciones municipales y se ponen de acuerdo el Partido Popular, Izquierda Unida y el Partido Andalucista para obtener la alcaldía.
Por cierto, llamaría un poco a la coherencia del proponente, ¿no? Digo «coherencia política», en relación con los pactos que tiene firmado su partido con el PSOE y en relación con su propia posición, vinculada a otra situación similar en el municipio de Chiclana. Es decir, se opone al pacto contra natura en Chiclana, pero apoya el pacto contra natura de Algar, trayendo a este Parlamento iniciativas tan pedestres —podría decir— como la que nos ocupa, ¿no? El Partido Popular lo tiene claro, ¿no?; el Partido Popular, tanto en los pactos como en su oferta educativa.
Claro. Aquí hablamos, acaba de hablar la señora portavoz de educación a la carta. Habría que decir privada, a la carta privada, claro. Esa es la educación a la carta que entiende el Partido Popular, salvo cuando le toca dispararle al aire, que entonces está dispuesto a jugar a cualquier carta. Ya no de educación a la carta: está dispuesto a jugar a cualquier carta que se le presente: a cualquiera.
En fin, señorías, como conclusión, quiero decirles que esta es una iniciativa que pone de manifiesto un ejemplo, una muestra de la manipulación política, de la demagogia política con la que algunos están dispuestos a desenvolverse y a permanecer en esa especie de esquizofrenia.
Por otra parte, denunciar o poner de manifiesto que esa iniciativa comporta una falta de rigor y de seriedad en la gestión de los fondos públicos, de los recursos públicos. No se trata de ahorrar, señora Pelayo: se trata de administrar adecuadamente los fondos públicos, se trata de hacerlo de una forma equilibrada, y se trata de hacerlo de una forma solidaria y equitativa para todos los ciudadanos: de eso es de lo que realmente se trata. Se trata, en definitiva, esta iniciativa, de un atentado contra la calidad de la enseñanza, porque un centro en Algar nunca podría tener las prestaciones educativas que se les oferta a estos alumnos en el centro de Arcos, ya digo, con transporte gratuito y el apoyo becario correspondiente. En fin, no es otra cosa que una muestra de la política de campanario que a algunos les gusta seguir. Muchísimas gracias, señor Presidente.
1 comentario:
Don José Luis:
su intervención probablemente convenció a los pastores de su clan y descontentó a los de las fincas rivales, pero a las ovejas que vivimos en el inmenso redil del rancho “Ciudadanía” nos aburrió como a lo que somos.
Usted se opone a las reivindicaciones de Algar en nombre de la "calidad de la enseñanza". Permítame que dude de su autoridad en este tema y que, sin embargo, apele a la de antiguos correligionarios suyos como Fernando de los Ríos o Julián Besteiro, quienes muy probablemente habrían encontrado en Algar un lugar idóneo para aplicar las directrices pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza (donde estudiaron). En este enlace se recogen muy bien: http://www.almendron.com/historia/contemporanea/krausismo/krausismo_anexos/krausismo_textos.ht
Mire: que un centro educativo disponga de no sé cuántas salas de usos múltiples, de un tatami de kárate e incluso de laboratorios no garantiza por sí solo que ofrezca "calidad de enseñanza". Esos elementos ayudan --¿quién lo duda?-- pero están subordinados a los dos principales: la disposición del alumno para aprender y la del maestro para enseñar. De modo que, aunque usted no lo crea, puede darse la circunstancia de que un maestro de un pueblo de 100 habitantes forme tan bien a sus discípulos como el mejor profesor de un gran instituto. En educación no es importante la cantidad de conceptos que se es capaz de embuchar en la azotea de los alumnos, sino saber abrirles el espíritu al conocimiento.
Es cierto que destacados líderes socialistas se formaron en el afamado colegio privado del Pilar, pero muchos otros (puede que usted mismo) asistieron con excelente aprovechamiento a una escuela de pueblo casi desprovista de recursos. Jesucristo pronunció sus sermones sin ayuda del powerpoint y fíjese hasta dónde ha llegado su magisterio (juicios de valor aparte). ¿Usted mismo no se considera capaz de transmitir debajo de un quejigo a los alevines de su partido los conocimientos necesarios para que lleguen alto en política? ¿O necesita para ello un proyector digital?
Por otra parte, no me negará que los planes que su partido tiene para lograr mejorar la “calidad de enseñanza” poco hablan de la riqueza de medios. Se contentan con que los profesores aprueben a muchos alumnos, y por ello les pagan un dinerito adicional (http://loscallejones.blogspot.com/2008/05/los-profesores-de-ubrique-favor-del.html).
Usted, en su bonhomía, parece desear que los chicos/as algareños/as se formen en Arcos porque considera que allí se harán hombres y mujeres de más provecho. No me parece de recibo saltarse así la opinión de sus padres. Es como si yo, cuando usted era joven, le hubiera obligado a irse a estudiar a Yale o a Oxford antes de darle licencia para ejercer la actividad política (http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Politicos/borde/suspenso/elpepusoc/20080229elpepisoc_1/Tes). Probablemente me dirá que a usted personalmente le hubiera gustado, pero seguro que podría encontrar a miles de políticos que, por el contrario, considerarían mi imposición como una vulneración de su derecho a estudiar en su en su país.
Eso es lo que usted no respeta: el derecho de los algareños a elegir dónde quieren ser educados. Para colmo, recurre a un sofisma: que, si se les concede lo que piden, los 800 pueblos de Andalucía exigirían lo mismo. Ya que es usted tan preciso con las cifras (veo que corrige a la oposición informando de que de Algar a Arcos no hay 25 sino 17 km --20, según VíaMichelín.com--), la gran mayoría de esos pueblos ya tienen instituto. Pero, además, no todos los que no lo tienen han manifestado necesitarlo. Esto es fundamental, oiga. Cada pueblo percibe sus propias necesidades más perentorias, y así como Algar sale a la calle para defender que sus hijos estudien en el pueblo, otros padres de otras localidades están persuadidos, como usted, de que es mejor para el futuro de sus rapaces que vayan a recibir lecciones en la urbe cercana. Hay pueblos, como Ubrique, que no tienen cine público, pero tampoco les quita el sueño esa carencia, y sin embargo han salido 40 veces a la calle en dos años (¿por deporte?) para conseguir evitar los madrugones cuando han de ir al médico. Incluso hay pueblos cuya principal preocupación actualmente es que las autoridades flexibilicen las normas de protección del parque natural donde se enclavan. (Por cierto, estos están recibiendo satisfacción a sus demandas de un modo sorprendentemente exprés, y de eso sabe usted mucho, ¿no, señor Blanco?).
El problema de ustedes, los políticos, es que solo se limpian las orejas durante los dos meses anteriores y posteriores a las elecciones. En el largo interregno en que el verdadero soberano (el pueblo) es un súbdito suyo, ustedes dejan que sus oídos se emboten con una buena capa de cera para no oír los clamores de la gente. Pero yo se lo voy a poner por escrito: lo que quiere Algar es que sus hijos estudien en su pueblo.
Y cuando lo pide es porque esa es su necesidad, la que emana de su forma peculiar de ser y de entender la vida y la formación de sus hijos, aunque otros como usted no parezcan comprenderlo. Ellos están íntimamente convencidos de que sus hijos no van a poder aprovechar la "calidad de enseñanza" que les ofrece Arcos si han de madrugar y volver tarde cansados y ya con escaso tiempo para hacer la tarea. Además, no les da la gana vivir en una permanente preocupación mientras sus hijos están en la carretera. Y están convencidos de que sus hijos aprovecharán más si estudian en su entorno.
Así que usted, que dice muy claro y alto que la razón de la negativa de su grupo es la pérdida de la calidad de enseñanza de estos alumnos, me temo que en un debate serio con pedagogos se puede quedar sin argumentos. Pero ahora que lo pienso... ¿No será que en realidad sus argumentos son mercantilistas y políticos, aunque disfrazados de música celestial de "calidad de enseñanza"?
Analicémoslo. En su discurso abundan datos de cantidad más que de "calidad" (¿le daba usted fuerte a las matemáticas mientras volvía del colegio en el autobús?). Casi echa a usted en cara a Algar que solo tenga 1500 habitantes y que haya perdido 800 en 15 años. (Tambien tergiversa usted estas cifras, ¿eh?) Pues bien, perderá más, porque algunas familias ya han anunciado que tratarán de irse a vivir a Arcos para evitar palizones a sus hijos. ¿Y se ha preguntado usted por qué sufrió el pueblo esta hemorragia demográfica? ¿No habrán sido injustas con Algar las administraciones? Franco, al construir el pantano de Los Hurones, cortó la relación socieconómica de Algar con Ubrique. Luego vinieron ustedes y ampliaron el pantano de Guadalcacín sin haberse precocupado de impedir el aislamiento de Algar mediante un puente, de modo que los jornaleros algareños que trabajaban en la otra orilla tuvieron que atravesar el río mediante una barcaza durante muchísimo tiempo. ¿Se acuerda de eso?
¡Qué importantes son las matemáticas, ¿verdad?! Fíjese si lo son que Algar no va a poder recibir satisfacción a sus reclamaciones porque una persona se ha opuesto (9 votos contra 8). Si dos de sus correligionarios hubiesen estado resfriados es posible que este asunto hubiera tomado derroteros favorables a los algareños. ¡Lo que es la vida: depender de un virus! Que el resultado de una votación sea tan apretado ¿no mueve a ustedes a una reconsideración del tema? ¿Qué clase de políticos son? ¿Se consideran ustedes cargados de razones ganando por penaltis? ¿Les basta esa pírrica victoria para irse a dormir con la conciencia tranquila, convencidos de haber hecho por Algar lo mejor?
Insisto: sus razones verdaderas no son de calidad de enseñanza, sino políticas y mercantilistas. Y me extraña que sea usted tan simple como para creer que nos la va a dar. Porque, en su discurso, pronto se quita la máscara de la “calidad de la enseñanza” y apela usted a la necesidad de "rigor y de seriedad en la gestión de los recursos públicos". Bien, pongámonos en ese campo. Ya que le gustan las matemáticas, ¿se atrevería a encargar un estudio que nos revele a todos los andaluces cuánto ha invertido la Junta de Andalucía, per cápita, en cada uno de los municipios de la región? Es que me gustaría saber hasta qué punto los recursos se han repartido "de una forma equilibrada, solidaria y equitativa" con Algar, que es lo que usted postula. Señor Blanco, la gente no es tonta, y si Sevilla aumenta su población y Algar la pierde tan espectacularmente es por algo.
Finalmente, le voy a demostrar por qué sus razones son también políticas. Usaré de nuevo las matemáticas: la segunda mitad del tiempo de su intervención no la emplea usted en demostrar su tesis de que la calidad de enseñanza será mejor en Arcos que en Algar, sino en atacar a sus adversarios políticos y reprocharles que hagan lo mismo que ustedes hacen en otros sitios y han hecho en el Estado: pactar con quien más le conviene para gobernar. En su intervención, pues, usted practica precisamente esa "política de campanario" (http://buscon.rae.es/draeI/SrvltGUIBusUsual?TIPO_HTML=2&TIPO_BUS=3&LEMA=campanario) de la que acusa a los otros grupos. De la lectura de su discurso una cosa queda patente: la reivindicación de Algar es lo que menos le interesa.
No use como argumento que Algar está perdiendo población. Interésese en saber por qué y no quiera acelerar el trance “para evitarles sufrimientos”. Intente impedir que en Algar se cumpla la maldición contenida en la última frase de la novela Cien años de soledad.
(Este comentario lo publico también en mi blog (http://loscallejones.blogspot.com).)
Publicar un comentario