El debate sobre las 48 horas semanales llega a la Eurocámara
¿Un freno a la explotación, o un obstáculo a la hora de ganar más dinero? Para la mayoría de los eurodiputados de la comisión de Empleo y Asuntos Sociales de la Eurocámara, en la Unión Europea no se debería trabajar más de 48 horas a la semana, y los países que optaran por quedarse al margen de la normativa tendrían que adoptarla en un plazo máximo de tres años. Hemos pedido a dos eurodiputados que nos expliquen por qué votarán a favor o en contra de la propuesta.
El largo camino hacia una ley comunitaria que establezca un número máximo de horas de trabajo semanales en la Unión Europea ha tenido que enfrentarse a encrucijadas como la que plantea la división de opiniones entre el Parlamento Europeo y el Consejo, organismos co-legisladores en la materia. Mientras que la Eurocámara es mayoritariamente partidaria de fijar un límite a las horas de trabajo para todos los Estados miembros, los ministros apoyan una formulación que se adapte a los deseos de algunos países que prefieren mantenerse indefinidamente al margen de la norma (el llamado opt-out).No más de 60 horas semanales
Con el fin de alcanzar un acuerdo satisfactorio para ambas instituciones, el Consejo ha propuesto que se limite la semana laboral a un máximo de 48 horas, pero permitiendo excepciones en aquellos Estados miembros que decidieran quedar al margen de la regulación, lo que permitiría que en esos países los trabajadores cumplieran jornadas laborales más largas, aunque con limitaciones: por ejemplo, no podrían superar las sesenta horas a la semana.
En el seno de la Eurocámara también hay varias discrepancias sobre cuál debería ser la opción elegida. Así, el eurodiputado socialista español Alejandro Cercas se alinea con la mayoría de los miembros de la comisión de Empleo y Asuntos Sociales del Parlamento Europeo a favor de establecer un máximo de horas, mientras que la liberal británica Elizabeth Lynne se opone.
Equilibrio entre flexibilidad y seguridad
Para Cercas, dejar abierta la puerta a que algunos países se queden fuera de la regulación "supone un ataque al proyecto europeo de los ciudadanos y de la Europa social", ya que "vacía de contenidos las leyes y convenios internacionales y destruye la negociación colectiva como instrumento fundamental del diálogo social".
"El equilibrio entre flexibilidad y seguridad debe ser coherente con las conquistas de los trabajadores", continúa Cercas, que considera que "el opt-out es una ausencia de normas, y la ausencia de normas no es una forma aceptable de flexibilidad". Además, esta opción podría favorecer abusos de posición dominante entre Estados, "en tanto que abre la posibilidad de que los países con legislaciones más abusivas compitan con ventaja frente a aquellos países con legislaciones más avanzadas socialmente".
"La competitividad de Europa no puede apoyarse en largas jornadas laborales sino en nuestra capacidad para innovar, elevando nuestra productividad y el valor añadido de nuestros trabajadores", subraya Cercas, agregando que "es inaceptable y una ofensa al sentido común que los tiempo de guardia de los trabajadores sean contabilizados como tiempo de descanso".
Libertad para decidir
Sin embargo, algunos eurodiputados miembros de la comisión parlamentaria de Empleo y Asuntos Sociales decidieron votar en contra de la propuesta, como la liberal británica Elizabeth Lynne, que opina que "cualquier persona que no tenga que tomar decisiones a vida o muerte en su trabajo debe ser libre de decidir cuántas horas quiere trabajar, siempre que sea una opción voluntaria".
Lynne asegura que "muchos Estados miembros que no optaron por quedarse al margen de la normativa tienen niveles de trabajo no declarado mucho más elevados, lo que perjudica tanto a las empresas como a los trabajadores". Explica que esto podría hacerse "por ejemplo, recurriendo a trabajadores autónomos, a los que no cubre la directiva"
"Impedir el opt-out sería un trago amargo para los empresarios y muchos trabajadores que se están apretando el cinturón y quieren ampliar sus ingresos en un momento económico delicado", añade la eurodiputada.
La directiva sobre tiempo de trabajo fue adoptada en 1993 y modificada en 2000. En 1993 se incluyó una cláusula de opt-out para Gran Bretaña en la que se permitía que no se respetara el máximo de 48 horas semanales en determinadas circunstancias. En diciembre, el texto será sometido a votación en segunda lectura por el pleno del Parlamento Europeo; en caso de que no se alcance un acuerdo con el Consejo, tendrá que dar comienzo un procedimiento de conciliación.
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